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»Sus ídolos no pueden hablar;
    ¡parecen espantapájaros
    en un campo sembrado de melones!
Tienen que ser transportados,
    porque no pueden caminar.
No les tengáis miedo,
    que ningún mal pueden haceros,
    pero tampoco ningún bien».

¡No hay nadie como tú, Señor!
    ¡Grande eres tú,
    y grande y poderoso es tu nombre!
¿Quién no te temerá, Rey de las naciones?
    ¡Es lo que te corresponde!
Entre todos los sabios de las naciones,
    y entre todos los reinos,
    no hay nadie como tú.

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